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INTELIGENCIA SEXUAL EN PAREJA

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TERAPIA DE PAREJA GESTALT. EN CANCUN

sábado, 25 de mayo de 2013

LA LEY DE FISHER. DEJAR DE HACER EL AMOR.... TIENEN CONSECUENCIAS IMPORTANTES. Psic Dyanna Meyer






Deja la lujuria un mes y te dejará ella tres (Refrán popular)
Sabemos que el deseo sexual generalmente disminuye – hasta cierto punto - con la edad y con la duración de la relación. Sin embargo, también sabemos que, después de haberse alcanzado esa disminución relativa, muchas parejas se estabilizan en una frecuencia de aproximadamente dos coitos semanales y mantienen dicha periodicidad por décadas. Una posible explicación la encontramos en la denominada “ley de Fisher”.
Según B. Fisher, destacado investigador canadiense, mientras más relaciones sexuales tengamos, mayor será la cantidad de sexo que nos pida nuestro cuerpo y, viceversa, mientras menor sea la frecuencia, menor será el deseo sexual (Smith, 2006). Cuanto más interactuemos con nuestra pareja de una manera sensual, táctil y afectiva, mayor será nuestra predisposición neuronal a sentir deseo. En este sentido, la sexualidad no funciona como otras apetencias físicas. Por ejemplo, si ingerimos alimento bien seguido, nos sentiremos saciados y, por el contrario, si pasamos mucho tiempo sin comer, tendremos una sensación de hambre que no disminuirá precisamente con el paso del tiempo. En cambio, hombres y mujeres tienden a masturbarse más frecuentemente cuando están practicando sexo más seguido con su pareja, en vez de cuando lo han realizado n formas más distanciada.
En otras palabras, nuestro organismo tiende a condicionarse a la cantidad de actividad sexual a la que lo habituemos. Si estábamos acostumbrados a una cierta cantidad y ésta disminuye abruptamente, sentiremos inicialmente un acrecentamiento de nuestro apetito sexual; sin embargo, si no lo satisfacemos, a la larga nuestro cuerpo se ajustará a la nueva frecuencia. Si no practicamos ninguna actividad sexual por un largo período, incluso el deseo sexual puede llegar a virtualmente desaparecer. Similarmente, si hemos aumentado la periodicidad usual, en vez de sentir menos apetencia, ésta será mayor después de un breve período de saciedad. Es decir, no solo nos adaptaremos a dicha mayor frecuencia, sino que nuestro cuerpo nos pedirá más. Al analizar la fisiología del deseo sexual podemos comprobar que los centros cerebrales que lo desencadenan son los mismos que se activan al consumir cualquier droga (Doidge, 2008). Por lo tanto - en términos fisiológicos - el grado de deseo sexual va a depender de su "consumo"; es decir, a más relaciones sexuales (satisfactorias) mayor deseo.

Como psicoterapeuta de parejas y Sexóloga, éste aspecto es muy común de ver en las parejas  en conflicto. Que van espaciando su vida sexual hasta dejarla del lado. LOS CONFLICTOS SE VAN INTENSIFICANDO AL IMPACTARSE ASI LA SEXUALIDAD. El clima en pareja  se convierte en algo cada vez mas difícil.
Por lo tanto, si por algún motivo se ha producido un distanciamiento relativamente prolongado en la pareja, la libido tenderá a disminuir.Puede que, inclusive, aunque sean superadas las condiciones que provocaron la distancia, el deseo no vuelva, como si el sexo hubiese dejado de estar presente en sus vidas. Es posible que ellos se amen, se comuniquen y la pasen muy bien juntos, pero no reaparece la pasión.
Si la ley de Fisher fuese correcta, entonces se podría reconsiderar la mala fama que tiene el sexo programado y “rutinario”. Hemos escuchado hasta el cansancio que el sexo espontáneo es mejor y que hay que huir de la rutina, innovar lo más posible, por lo  que hay que variar los días, horas y lugares en que se tiene relaciones sexuales. Sin embargo, la opinión de la mayoría de los sexólogos, en congresos y estudios a los que asisto continuamnete se apunta a que la sobrevalorada espontaneidad es más bien un atributo de la adolescencia y juventud temprana, así como de los primeros tiempos de vida de la pareja. Hay quienes además ponen hasta ésto en duda y sostienen que en los inicios de la relación en realidad se planificaba con detalle cada encuentro sexual para que fuese más placentero (ejem, cuando se ponían de acuerdo en ir a un motel, en comer juntos e ir a comprar novedades a Sex shops etc).
Así que estamos ante uno de los tantos nuevos mitos sexuales. Tal como lo expresa Esther Perel (2007), el mejor sexo en pareja es  premeditado, voluntario e intencional. Si no se programa, puede que desaparezca, porque la época de la espontaneidad ya pasó. Efectivamente, fuera de que es muy difícil que los dos miembros de la pareja tengan deseo sexual al unísono, en la vida agitada y llena de actividades que solemos llevar, especialmente después de la llegada de los hijos, no queda otra que ponerse de acuerdo para encontrar los momentos más apropiados para hacer el amor, los que probablemente van a ser casi siempre los mismos, el mismo día, a la misma hora y en el mismo lugar. Así que una pareja que esté llevando a cabo ciertas prácticas y posiciones de un modo que les es satisfactorio a ambos, no tendría razones para tener que modificarlas. Las posibilidades de innovación o de idear formas de huir de la rutina, son generalmente finitas y muy acotadas (especialmente dentro de la vorágine de la vida actual), por lo que se agotan rápidamente.    
En este punto se puede retrucar que ¿cómo vamos a tener sexo si no tenemos ganas?. La respuesta está en que, si inician la actividad sexual aún sin deseo espontáneo, en la mayoría de los casos el deseo receptivo o reactivo se hará presente. Estamos así apelando a la capacidad de (auto)provocar(nos) la excitación. Recordemos que el mantener actividad sexual con cierta frecuencia favorece la conservación de las respuestas fisiológicas normales necesarias para su adecuado funcionamiento. Una actividad sexual frecuente eleva los niveles de hormonas sexuales (en los hombres la barba es más abundante durante los períodos en que en que está practicando una mayor actividad sexual) e, inversamente, cuando pasamos por momentos célibes o cuando nuestra salud está deficiente, los niveles de nuestras hormonas sexuales disminuyen, reduciéndose nuestra libido.
Yo recomiendo el uso de FEROMONAS. Para ambos , con excelentes resultados. www.feromonascancun.blogspot.com.
Psic Dyanna Meyer.

Pero volvamos a la ley de Fisher. Dado que nuestros organismos son maleables y el deseo sexual se ajusta a la frecuencia con que practiquemos los encuentros con nuestra pareja, es de suponer que, cuando se aproxima el momento en que estamos acostumbrados a tenerlos, nuestro cuerpo - previamente condicionado - se anticipe y empiece a sentir las ganas a priori, poniéndose en funcionamiento el sistema de recompensa apetitivo de nuestro cerebro, el del placer anticipatorio. (Como el deseo puede iniciarse al “pensar” en ello, cuantos más momentos dediquemos a fantasías o ensoñaciones eróticas, mayor será nuestra propensión cerebral a querer ese algo). En estudios tipo encuestas, la mayoría de los entrevistados que reportan estar muy a gusto con su vida sexual, afirman que la programan casi siempre en los mismos días y a la misma hora.    
No permitir a la rutina  ser parte de la pareja.    
Doidge, Norman / El Cerebro se cambia a sí mismo / 2008
Perel, Esther / La inteligencia erótica: claves para mantener la pasión en la pareja / 2007
Smith, Tom / American Sexual Behavior: Trends, Socio-Demographic differences and risk behavior / 2006